La señora hacía tiempo que no disfrutaba de la soledad. Tantos años rodeada de gente amada había llegado a hartarla, empachada de amor, de cariño y atenciones. Decidió irse lejos una mañana de octubre, dejando atrás familiares, amigos y a su querido avestruz rosa, que hacía las funciones de animal de compañía y secretario personal.
Echaría de menos muchas cosas, sí, como las legumbres y la verdura, las sillas de cáñamo y los lingotes de chocolate, pero nunca agradecería suficiente el silencio y la tranquilidad de la que por fin gozaba.
Cuando muera, dijo, volveré.
2 comentarios:
Nunca de olvides asignar categorías y etiquetas en tus posts Raulín, sino quieres que se pierdan en el olvido!
es la soledad del post... jajajaja! nunca me acuerdo
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